No paro de pensar. Ojalá no me preocupase tanto. Me obsesiono mucho con las cosas. Mi mente es como una batidora que no para de dar vueltas. Me paso todo el día preocupada por las cosas. Mis obsesiones me hacen estar todo el día preocupada por todo sin parar. Todo me ralla. Todo lo pienso. No puedo dormir porque mi mente no para. Me despierto por la noche y empiezo a darle vueltas a la cabeza…
Todo esto y mucho más es lo que pensamos y decimos cuando no somos capaces de dejar de pensar. Solo pensamos: “ojalá pare”, pero nunca para. Por más que intentas controlar los pensamientos no paran, siguen y siguen.
Muchas veces eso se debe al estrés. Hay algo que nos pone nerviosas y precipita un montón de pensamientos y claro, tenemos una capacidad innata para preocuparnos por situaciones imposibles o escenarios muy poco probables. Pero que nos hacen un daño tremendo.
En otras ocasiones, las preocupaciones son tan intensas y tan repetitivas que podemos hablar de obsesiones. Es posible que, altos niveles de estrés, desencadenen un problema de obsesión y, que a todo ello se le una (o no) una serie de rituales para evitarlos. Digo “o no” porque no siempre tenemos rituales para que los pensamientos paren. Aunque ojalá parasen.
Además, esos rituales no siempre funcionan. De hecho, solo funcionan al principio. Cuanto más los vamos utilizando sobre nuestras obsesiones, menos funcionan y menos tiempo de tranquilidad tenemos. Además, agravan el problema un montón sin que nos demos cuenta.
Para todo ello puede haber diferentes maneras para poder afrontarlo:
- Lo más importante es que, si tienes rituales para reducir las obsesiones, los identifiques e intentes dejar de hacerlos. Esto mucha gente lo sabe pero no tiene la capacidad de dejar de hacerlo sola. Por eso, en muchas ocasiones, tener a alguien que te acompañe durante el proceso, ayuda a poder hacerlo. Y, si no eres capaz de conseguir este paso sola, te recomiendo pedir cita conmigo y que lo trabajemos en terapia.
- Para reducir el estrés es muy importante trabajar el deporte, la alimentación sana, una buena higiene de sueño y unos buenos horarios y tiempo de ocio. Muchas veces somos capaces de hacer uno, pero no todos. Si el problema es muy grave y el estrés es muy alto SIEMPRE es necesario hacerlo todo.
- Trabajar el pensamiento. Para esto hay diferentes ejercicios como escritura, ejercicios de mindfulness o trabajo en imaginación. Trabajar el pensamiento es complicado y no siempre se hace bien, sobre todo cuando intentamos huir. Es muy importante que, si notas que escribir se te queda corto (cualquiera de estos ejercicios) busques ayuda terapéutica. El apoyo de un profesional en estos momentos ayudará a que la intervención sea más efectiva y rápida.
En muchas ocasiones buscamos huir y no enfrentarnos a lo que nos da miento. Para aceptar un miedo solo tengo una opción: afrontarlo.
¿Quieres trabajar por ti para estar mejor? Nos vemos en terapia y, si necesitas un empujón, te ayudo a dar ese primer paso.
Pide cita!