Para hablar de ansiedad hay que hablar primero de estrés. El estrés es una emoción que tenemos todas las personas en un momento dado ante una situación difícil. Este estrés nos permite reaccionar de manera adecuada a la situación. Por ejemplo: en un examen me pongo nerviosa porque no sé qué me van a preguntar, pero eso hace que cuando vea las preguntas me venga la información mucho más rápido que cuando estoy en casa repasando y, al final, me sale todo muy bien. Ese es un estrés adecuado, pero también hay veces que nos pasamos de revoluciones, ahí es cuando podemos hablar de ansiedad.
¿Alguna vez te ha pasado que vas al examen, te lo sabes todo, y te quedas en blanco? ¿Tienes una exposición en el trabajo y, aunque lo has practicado mil veces, no sabes qué responder cuando te preguntan? ¿Alguien te habla y entras en pánico porque no sabes qué decir? Eso es porque nuestro nivel de alerta está funcionando mal, es decir, nos hemos pasado de revoluciones y nuestra respuesta no es adecuada a la situación.
La ansiedad no solo se ve cuando respondo mal y no sé cómo reaccionar. También podemos notar ansiedad cuando estamos contantemente agitadas, no paramos de movernos, tenemos sudoraciones, palpitaciones… Además, en muchos casos puede afectar al sueño y a la alimentación. En la mayoría de los casos, la ansiedad impide dormir adecuadamente, estamos muy activas y te pasas todo el tiempo dando vueltas en la cama para coger el sueño o despertándote continuamente a lo largo de la noche. Con la comida la ansiedad de porta de manera diferente, porque a veces hace que comamos un montón y otras veces nos cierra el estómago y no puedes comer nada.
Por otro lado, a nivel físico la ansiedad también puede producir problemas. Si has hablado con tu médico y te ha dicho que no hay causa para un problema de este tipo, lo más común es que después te diga que puede ser por ansiedad o estrés. Dolores musculares, jaquecas, dermatitis, caída del pelo, conductas de rascado… Esto siempre es muy importante consultarlo primero con el médico de cabecera, porque puede haber una enfermedad detrás y es necesario que un profesional especializado lo trate. Sin embargo, en otros casos, el problema es la ansiedad.
Por último, una de las cosas que más suele molestar en la ansiedad son los pensamientos. Los pensamientos que nos inquietan, que aparecen continuamente, preocupaciones más o menos importantes o más o menos racionales. Puede que hasta este momento no nos haya preocupado nada de esto, pero ahora, de repente me molesta muchísimo una cosa que no puedo controlar. Esto muchas veces puede provocar irritabilidad con los demás, pérdida de autoestima, miedos, evitar situaciones estresantes… Es decir, cosas que hacemos para intentar no pensar en lo que nos preocupa o evitar sobrepensar tanto. Muchas veces esto, en vez de ayudar, hace que pienses más en ello.
Si todo esto te pasa, es probable que no estés pasando por tu mejor momento y es posible que estés ansiosa. Recuerda que la ansiedad es algo que se puede trabajar y que no vas a estar sola en ningún momento si decides acudir a terapia. Ninguna de las preocupaciones que tengas es irrelevante o una tontería, todos nos ponemos nerviosos alguna vez y todas nos preocupamos, a veces, por cosas que no tienen sentido.
Si estás mal y necesitas un empujón pide ayuda, en consulta nunca se juzga, solo se ayuda.